“Hace poco, leyendo el Tao te King, encontré un poema de Lao Tse que ha sido un nuevo
disparador para repensar muchas cosas. El poema dice: «Ahuecada, la arcilla es
olla; eso que no es la olla es lo útil». El hueco es lo útil. Aplicándolo a la
lectura, yo diría que eso que no es el libro, es la lectura, es el
acontecimiento que puede salir de ahí.” Esta pertinente reflexión que traigo a
colación es de Roberto Castro.
Es verdad que hay lecturas de muchos tipos que cumplen funciones que van
desde el puro entretenimiento, pura distracción, hasta ser medio eficiente de
información. Todas ellas se pueden calificar de lecturas funcionales.
Pero hay lecturas que suponen un acontecimiento
existencial equiparable a un encuentro muy significativo o a una experiencia
vital de primer orden, como pueden ser el amor o la muerte. Uno no sale indemne
de esas lecturas que vuelven vulnerable su propia identidad. En efecto, no eres
el mismo cuando has leído de verdad ciertos textos.
Pero esto sólo ocurre cuando se lee un texto sintiéndose
interpelado por él y, por tanto, reaccionando con respuestas personales. Esto se
produce cuando un libro nos descubre paisajes o abismos de nosotros mismos que
desconocíamos completamente o que sólo sospechábamos de su existencia. George
Steiner se hace esta misma reflexión con estas palabras: “Quien hay leído La metamorfosis de Kafka y sea capaz de
mirarse al espejo sin arredrarse, quizá sea capaz, técnicamente, de leer los
caracteres impresos, pero es analfabeto en el único sentido que realmente
importa”.
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