Así titulaba Alberto
Manguel un artículo en El País Babelia el 18/4/2015. En él reflexionaba sobre
esa pregunta que a menudo se hacen
algunos padres: «¿Por qué mis hijos no leen?» Tras citar la condición previa
para ser lector: haber adquirido las habilidades necesarias para descifrar un
texto, añadía:
“Existe otra etapa de
este aprendizaje, y es esta la que nos convierte en lectores. Ocurre algunas
afortunada veces, cuando un texto lo permite, y entonces la lectura nos lleva a
explorar más profunda y extensamente el texto escrito, revelándonos nuestras
propias experiencias esenciales y nuestros temores secretos, puestos en
palabras para hacerlos realmente nuestros.”
Y después se preguntaba:
«¿Por qué no somos capaces de crear más lectores verdaderos?» Y se respondía:
“La pregunta no puede
hacerse de forma aislada, porque el problema de la enseñanza de la lectura se
inserta en el problema mayor de los valores de la sociedad en que vivimos. (…)
La llave que nos permitiría crear lectores es la misma que protege los valores
de la sociedad en que vivimos. Y si esos valores alientan lo fácil, lo rápido y
lo superficial, no podemos pretender que también alienten lo difícil, lo lento,
lo profundo, las cualidades que definen el arte de leer.
Somos una sociedad
mercantil que necesita, para seguir existiendo, consumidores y no lectores. La
lectura inteligente y detenida puede alentar la imaginación y fomentar la curiosidad
y, por tanto, hacer que nos neguemos a
consumir ciegamente.”