Harold Bloom comienza su libro Cómo leer y por qué, publicado el 2000
en Anagrama, con esta declaración sobre la principal razón que le –nos- induce
a leer. Entre otras razones que aducimos para leer y para incitar a otros a
hacerlo, esta es la principal. La suscribo.
“No hay una sola manera de leer, aunque hay una razón
primordial para que leamos. A la información tenemos acceso ilimitado, pero ¿dónde
encontraremos la sabiduría? Si uno es afortunado, tal vez se tope con un
maestro que lo ayude; pero al cabo está solo y debe seguir adelante sin más
mediaciones. Leer bien es uno de los mayores placeres que puede proporcionar la
soledad, porque, al menos según mi experiencia, es el más saludable desde un
punto de vista espiritual. Hace que uno se relacione con la alteridad, ya sea la
propia, la de los amigos o la de quienes pueden llegar a serlo. La invención
literaria es alteridad, y por eso alivia la soledad. Leemos no solo porque nos es imposible conocer a toda la gente que
quisiéramos, sino porque la amistad es vulnerable y puede menguar o desaparecer,
vencida por el espacio, el tiempo, la falta de comprensión y todas las
aflicciones de la vida familiar y pasional.”