lunes, 16 de febrero de 2015

ETAPAS DEL APRENDIZAJE DE LA LECTURA

Mi interés por comprender el papel que juega la lectura en la consecución de una vida humana rica me ha llevado a un libro que desconocía: Cómo leer un libro. Una guía clásica para mejorar la lectura, de Mortimer J. Adler y Charles van Doren (ed. Debate). Se publicó en Estados Unidos en 1940. La versión castellana del mismo es de 1996.
El tiempo lo ha convertido en clásico este texto sencillo pero inevitable en estos momentos en que la preocupación por la lectura ha llegado al debate técnico y al mediático. La problematización de lectura ha venido con los cambios tecnológicos que ponen los textos a disposición de los lectores por medios diferentes del papel impreso. 
Independientemente del canal por el uno accede a los textos, lo interesante es saber cuál es el proceso que lleva a ser lector. Estos dos autores lo describen en cuatro etapas.
La primera. La base es tener aptitud para la lectura; este comprende cierta salud auditiva y visual, y capacidad mínima para entender una palabra y para recordarla. Sin esa mínima madurez, no se ha de apretar en la mecánica lectora. De lo contrario, se corre el peligro de comenzar con una frustración.
En la segunda etapa, los niños aprenden a leer palabras sencillas que ya conocen. “En esta etapa ocurre algo misterioso, casi mágico. En un momento dado de este proceso, el niño, al verse ante una serie de símbolos escritos, (…) descubre que tienen significado: sabe que dicen: “el gato está sentado en un sombrero”. Nadie sabe realmente cómo ocurre este fenómeno. (…) De hecho, este descubrimiento del significado en los símbolos podría constituir la hazaña intelectual más fascinante que realiza cualquier ser humano… ¡y la mayoría la lleva a cabo antes de los siete años de edad!”
En la tercera, se produce un rápido progreso en la adquisición de vocabulario y en la creciente destreza para adivinar el significado de palabras que el niño no conoce, apoyándose en claves del contexto. Entonces ve que puede leer por su cuenta para satisfacer sus propias curiosidades.

La cuarta etapa supone la adquisición de todas las destrezas lectoras. Las experiencias logradas por el lector en un texto las puede trasladar a la comprensión de cualquier otro. Se produce ese efecto relacional en que consiste una lectura madura y plenamente enriquecedora.