sábado, 27 de abril de 2013

EL LIBRO INTERIOR

Todos vamos escribiendo nuestro propio libro interior. Se compone de muchos libros, de muchos pensamientos sueltos. La mayoría de las personas no lo entrega por escrito. Tal vez no lo hace por pereza. O porque prefiere guardárselo celosamente.
Los escritores tenemos la osadía o la desvergüenza de hacer público nuestro propio libro interior. A menudo lo hacemos por entregas. A veces es una entrega auténtica; otras pura simulación, libros mentirosos. Unos valen la pena; iluminarán la vida de algunos de sus semejantes, Otros, no tanto. Serán sólo papel impreso; un puro canto a la vanidad.
En ese libro interior de cada uno hay pensamientos íntimos que los han escrito otros antes que nosotros. Los adoptamos como nuestros. A veces citamos la fuente; otras, la fuente cae en el olvido.
He recogido algunos que me habían nacido dentro, los tenía de manera informe, pero que en un momento determinado me he dado cuenta de que otros los habían escrito antes mucho mejor de como yo lo hubiera hecho. A menudo me hago el propósito de ir recogiéndolos. Espigo algunos y después me canso de hacerlo.
Hoy he encontrado en unos folios amarillentos más de cuarenta que copié no sé cuándo. Voy a citar algunos. Es fácil que también formen parte del libro interior de quien lea esto.
"Lo que da belleza al desierto es que esconde un pozo de agua en alguna parte". Saint-Exupéry
"Es casi imposible leer algo bello sin sentir deseos de hacer algo bello". John Steinbeck
"La mitad de la belleza depende del paisaje, la otra mitad del hombre que lo mira". Lyn Yutang
"Cuando escribo, pretendo recuperar algunas certezas que me puedan animar a vivir y ayudar a los demás a mirar". Eduardo Galeano
"El tigre no proclama su tigritud, pero mata a su presa y se la come". Wole Soyinka
"El papel cubierto de escritura arde peor". Mijail A. Bulgákov
"El corazón del jinete tiene que salvar el obstáculo antes que el caballo". Emilio González  

sábado, 6 de abril de 2013

CÓMO HABLAR DE LOS LIBROS QUE NO SE HAN LEÍDO

Este encabezamiento no lo he escogido para atrapar al lector. Es el título de un libro de Pierre Bayard publicado por Anagrama. Desde el momento que lo leí me pareció un texto muy iluminador del proceso de construcción que produce la lectura en quien la practica.. Por eso lo traigo a colación en este blog.
O sea, que si lo que uno pretende, atraído por ese provocador título, es aprender trucos para encandilar a amigos o desconocidos no hace falta que abra el libro. A pesar de lo que puede parecer, es un libro serio.
Bayard pretende tres objetivos muy simples, no demasiado alejados de los que persiguen los que intentan fomentar la lectura:
1. El primero es terapéutico. Aunque el que lee suele tener mejor consideración social, el no-lector no se ha de sentir culpable por no leer. Quien se ve en el brete de tener que intervenir en conversaciones en que se habla de libros que no ha leído no lo debe vivir con angustia o remordimiento.
2. El libro no incita a abandonar la lectura. Simplemente está a favor de la lectura como creación, aunque el origen del ejercicio de esa creatividad no sea una lectura sino sólo noticias de oídas u hojeadas rápidas o comentarios sobre un libro.
3. Los libros, hayan sido leídos o sólo se tenga noticias inteligentes de los mismo, contribuyen al cultivo de la persona y ayudan a crear.
El autor repasa diferentes formas de acceso al contenido de los libros. Y al hacerlo canta el elogio de la deslectura al afirmar, a través de ejemplos que hacen referencia a experiencias de ilustres hombre de letras como Musil, Valery, Eco o Montaigne, que, a menudo, el resultado de cómo se conoce un libro no difiere tanto entre quien no lo ha hojeado, habla de él por referencias o ya lo ha olvidado porque hace mucho tiempo que leyó.
Tras su análisis sobre la deslectura a partir de estos cuatro autores, Pierre Bayard nos sitúa en el punto de arranque de su reflexión sobre la lectura. Su tesis es que, aun sometida al inevitable olvido, la lectura en la medida en que es creativa nos llena e incentiva la reflexión. Y en definitiva esta creatividad es lo que interesa. Ésta no requiere siempre la lectura total de un libro sino que se puede alimentar de lecturas parciales, de referencias, vistazos rápidos o de lo que queda de una lectura ya olvidada.
¿Cuál es la razón de esto que puede parecer tan chocante? Según Bayard, entre el relato que hacemos del contenido de un libro y lo que éste dice en realidad media lo que él llama el libro interior. Da este nombre al conjunto de representaciones -individuales o colecticas- que hemos ido construyendo dentro de nosotros mismos. Este libro interior del que nos hemos ido dotando filtra todo lo que nos llega y decide qué elementos retiene y cómo los reinterpreta para que cuadren con él.
Cualquier libro del que tenemos noticia, directa o indirecta, es sometido a un proceso inevitable de transformación por nuestro libro interior. Lo convertimos de hecho en libro-pantalla de manera que siempre hablamos sobre nuestros  libros-pantalla no sobre los libros "reales". Por este motivo dos personas que han leído un mismo libro pueden reflejar lecturas bastante diferentes.
Ahora bien, cuanto más complejo sea nuestro libro interior con más sentido seremos capaces de hablar de determinado libro. Esa complejidad -y aquí viene el elogio de la lectura- se consigue en buena parte leyendo. El lector logra libros-pantalla más ricos y llenos de sentido cuanto más haya enriquecido su libro interior con la lectura.
Aprehender el contenido de un libro supone captar en él aquellos aspectos que enriquecen el propio libro interior. "El libro interior individual actúa en nuestro deseo de lectura, esto es, en la manera en que buscamos y, más tarde, leemos libros. Representa ese objeto fantasmático en busca del cual vive todo lector y del cual los mejores libros que encuentre en su vida no serán más que fragmentos imperfectos que le inciten a continuar leyendo."